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martes, 15 de noviembre de 2011

HOOOOOOY¡:D

Hoy es un día de esos en los qué no tengo ganas de escribir pero estoy segura de qué me saldrá algo bueno, de esos en los qué estás ilusionada y a la vez arrasada y tu mirada no sabe hacia qué punto echar el ancla. De hecho, he tenido tanto tiempo libre esta tarde qué he pensado. Sí, me he puesto a pensar. Sobre las veces qué alguien habrá llorado por mí, y me he dado cuenta de qué seguramente serán muchas menos de las qué he llorado yo. De las personas qué me quieren, ninguna comparadas con cuántas quiero yo y con las veces qué ayudé a alguien, y cuántas pocas me ayudaron a mí. Visto así suena un poco egoísta por mi parte, pero poco a poco me he dado cuenta de qué las pequeñas heridas qué sufre una persona siempre son llevabas a no darles importancia, a no verles el centro, pero aún así quizás duelan más qué las heridas grandes qué aparecen un día y treinta después desaparecen. Y yo me he cansado de recibir piedrecitas pequeñas qué me van creando heriditas mínimas a las qué no echaré cuenta, pero qué con los minutos se llenarán de pus, y se infectarán y antes de curarse aparecerá otra y así sucesivamente, hasta qué esté completamente harta de esas malditas piedrecitas qué antes pasaban de largo.
Hoy es un día de esos en los qué una está feliz y alegre por algo nuevo y a la vez triste por el final o la desilusión de historias pasadas. En los qué te adentras en un juego nuevo sin acabar el anteriormente empezado. Y según las lecciones qué me ha dado la vida no debería hacerlo, pero estoy completamente ilusionada y agradecida a la vida por darme otro día como este, un día familiar en el qué por primera vez en unos cuántos añitos deseo estar con mi familia y me doy cuenta de lo importante qué son para mí esas enormes piedrecitas qué forman parte de mi vida.

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