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sábado, 3 de diciembre de 2011

La nostalgia me caló, esta vez... +)

Siento náuseas de volver, pasaron tantas cosas y todas sin ni un porqué. Lo vivido fue precioso pero terminó y ese final, me destrozó. La historia más bonita de amor jamás contada la viví, pero a veces no es bueno enamorarse tanto, pues el desenamorarse es aún peor. Llena de noches sin dormir me marché a buscar otro lugar, dónde olvidar. Sabía qué volvería y no me quería hacer a la idea de cuando eso pasara sólo deseaba vivir el presente intentando esquivar las pesadillas qué tras varios años fueron desapareciendo. Cuando todo iba genial me arriesgué: Necesitaba regresar a mi tierra. ¡Tenía tantos magníficos recuerdos de ella, qué la melancolía me animaba a intentar ser feliz donde siempre lo fui y donde dejé de serlo! Camino a mi lugar, montada en aquel tren, miles de momentos pasados se me vinieron a la cabeza: "Ese momento en qué nos sinceramos y contamos lo verdaderamente importante", "nuestra primera vez", "Esos días en la playa con Álvaro y Paula", "La muerte de mi mejor amigo", "la última vez qué Paula y yo nos miramos y pregunté: ¿la has vuelto a ver? -No, dicen que va con otra gente... respondió". Millones de recuerdos de una vida de película, de realidades destrozadas. Soñaba con volver a ser los cuatro: Álvaro, Paula, tú y yo. Esos cuatro adolescentes qué corríamos por la playa y reíamos locamente mientras nos saltábamos las clases. Necesitaba volver a hacer locuras con ellos, los necesitaba.
Al llegar reconocí ese olor, vuestro olor amigos. Os echo tanto de menos. La muerte y el amor nos separó: dos mundos diferentes qué encajaban (y encajan) a la perfección. Ojalá, algún día te vuelvas a enamorar de mí y Paula vuelva a ser la de siempre: alguien capaz de salir a la calle y volver a sentir.

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